Es bien conocido que caminar es bueno para el cuerpo, pero no sólo se benefician el corazón y los músculos, sino también el cerebro, como revela un estudio que se presenta este lunes en la reunión anual de la Sociedad Fitopatológica Americana en Biología Experimental 2017, que se celebra en Chicago.
Investigadores de la 'New Mexico Highlands University' (NMHU), en Las Vegas, Estados Unidos, encontraron que el impacto del pie durante el caminar envía ondas de presión a través de las arterias que modifican significativamente y pueden aumentar el suministro de sangre al cerebro.
Hasta hace poco, se pensaba que el suministro de sangre al cerebro (flujo sanguíneo cerebral o CBF, por sus siglas en inglés) era involuntariamente regulado por el cuerpo y resultaba relativamente poco afectado por los cambios en la presión sanguínea causados por el ejercicio o el esfuerzo. El equipo de investigación de NMHU y otros encontraron previamente que el impacto del pie cuando se corre (4-5 fuerzas G) causaba impactos significativos relacionados con el retroceso (flujo hacia atrás) de las ondas a través de las arterias que se sincronizan con la frecuencia cardiaca y velocidad para regular dinámicamente la circulación de la sangre al cerebro.
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Investigadores de la 'New Mexico Highlands University' (NMHU), en Las Vegas, Estados Unidos, encontraron que el impacto del pie durante el caminar envía ondas de presión a través de las arterias que modifican significativamente y pueden aumentar el suministro de sangre al cerebro.
Hasta hace poco, se pensaba que el suministro de sangre al cerebro (flujo sanguíneo cerebral o CBF, por sus siglas en inglés) era involuntariamente regulado por el cuerpo y resultaba relativamente poco afectado por los cambios en la presión sanguínea causados por el ejercicio o el esfuerzo. El equipo de investigación de NMHU y otros encontraron previamente que el impacto del pie cuando se corre (4-5 fuerzas G) causaba impactos significativos relacionados con el retroceso (flujo hacia atrás) de las ondas a través de las arterias que se sincronizan con la frecuencia cardiaca y velocidad para regular dinámicamente la circulación de la sangre al cerebro.